A veces somos nuestro peor enemigo.
Estuve un poco perdida… me perdí otra vez. Ya me estoy encontrando, me voy haciendo cargo.
Qué loco pensar que a veces somos nuestro propio enemigo… Qué digo??? La mayoría de las veces somos nuestro propio enemigo.
En estos últimos meses pude identificar que tenía un nudo en la garganta, el cual me trabó todo: conversaciones, inspiración, vínculos, creatividad, paz mental… liviandad. ¡Cuántas cosas me robé a mí misma por callar!
Casi siempre el entorno está recordándonos el impacto que tienen nuestras palabras, más que nada hacia el afuera. Pero… ¿y si hablamos del impacto que tienen hacia adentro? ¿Y el de las <no palabras>?
Estamos acostumbrados a no darle importancia al lenguaje, a hablar, a poner en palabras lo que pensamos o sentimos. Vemos al lenguaje como inocente, pero estamos bastante errados: el lenguaje es acción y genera nuestro ser.
Y el no comunicarnos también es una acción, y también está comunicando. Estamos transmitiendo algo, más allá de la palabra.
Nos comunicamos con todo lo que somos… nuestra corporalidad, nuestro tono de voz, nuestras palabras, nuestras acciones, nuestros silencios…
Pero hoy me quiero enfocar más que nada en lo último, los silencios.
Callé, me estaba guardando cosas o mejor dicho <conversaciones> y bastante específicas. Quizás por miedo, enojo, fiaca… Pero creo que principalmente fue porque sabía que la emocionalidad en la que estaba no me iba a dar buenos resultados.
Y esto es lo que desde la Ontología del Lenguaje llamamos “Conversaciones Difíciles”. Son esas conversaciones que tienen un para qué y una intencionalidad. Son conversaciones difíciles porque me importa la relación, la identidad y el resultado. El hecho de que sea <difícil> es pura interpretación nuestra. Pero para tenerlas debemos diseñarnos previamente. He aquí el porqué me tardé tanto en desatar el nudo en mi garganta.
Y diseñarme para la conversación implica principalmente preguntarme ¿para qué quiero tener esta conversación? ¿Me sirve la emocionalidad en la que estoy o debería rediseñarme?
Lo importante es recordar que estamos hablando desde nuestra percepción, desde lo que me está pasando a mí más allá de lo que pudo haber hecho el otro.
Quizás así podemos empezar a desatar nuestro nudo en la garganta…
Y ustedes… ¿Qué conversación tienen pendiente?
Recuerden, estamos a una conversación de distancia.
Gracias por leerme.